CRÓNICA 2012

Son las 10 en punto de la noche, noche del Martes Santo. Después de un año de espera por fin ha llegado el momento, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno hace presencia en la calle. La matraca rompe el clamor de la gente que se vuelca a las puertas de la iglesia arciprestal de San Juan Bautista.

Se abren las puertas del templo y empiezan a salir el cortejo procesional encabezado por el Guión. Siguen los hermanos nazarenos con el cirio de cera, que durante toda la Estación de Penitencia acompañaran al Padre sin dejar de guiarlo por las calles de Monóvar.

Pronto suenan los tambores de la propia banda de la Cofradía, saliendo desde el dintel de la puerta en diferentes toques de caja y tambor.

Siguen saliendo hermanos nazarenos y entre ellos un grupo de pequeños niños y niñas que van echando al suelo varitas de romero para que sean pisadas al paso del Nazareno.

 

Todo está ya preparado el estandarte en la puerta, los costaleros esperan el sonido del clarín que anuncia que llega el momento, el golpe de campana suena y todo el público calla, a la espera de ver salir unos de los tronos más grandes y pesados de la Semana Santa monovera.

Suena la banda con la nueva marcha llamada “Oración” y empiezan asomarse los varales delanteros poco a poco, los costaleros con esfuerzo bajan el trono en brazos para que pueda salir por el portón, ¡Arriba! suena, pues lo han pasado y siguen hacia delante bajan en cuclillas para esquivar el dintel. Ya esta, el Nazareno en la calle, la gente aplaude estas dos maniobras tan costosas, y mientras contemplan el elegante monte de iris morados y romero que asombra a propios y a extraños, un olor a campo impregna el ambiente pues al pie de la cruz rebosa un enorme ramo de alelíes, lavanda, timón y más romero.

La banda sigue tocando y el Nazareno en un cambio de ritmo empieza a moverse en un movimiento elegante y alegre que es irrumpido cuando da la vuelta hacia la callé Mayor. Vuelven a sonar aplausos pero la banda no quiere acabar y un solo de trompeta rompe el aplauso que pronto sonara después, Vuelve este aplauso, el Señor esta moviéndose a ritmo de su banda que suena ya a agrupación musical. Y siguiendo hacia delante, tres pasos lentos y otros tres deprisa ponen fin a una salida que ha marcado historia en la Cofradía.

 

Tras este momento la procesión sigue su camino bajando por La calle Mayor hacia abajo llegando al barrio de las moreras, con marchas como “pescador de hombres, a los pies de sor Ángela o alma de dios”. Sigue el camino marcado, metiéndose en la calle Paulino Verdú para salir al Paseo de las Moreras. Vuelve a sonar la banda con “caridad del Guadalquivir”, unas de las marchas más bonitas que tocan.

La gente que durante todo el recorrido no ha querido abandonar a tan querida imagen aplaude al finalizar la marcha. Y todo sigue. La gente desde los balcones ven como anda este año el Nazareno entre iris morados.

Llega a la calle Juan Carlos I pues va llegando el fin, y mientras pasa el trono vuelve a rebosar ese olor tan natural que tanto ha gustado. La calle se esta acabando, los nervios a flor de piel, pues si impresionante ha sido la salida aún mas tiene que ser la entrada.

 

La banda pasa delante del trono subiendo la calle iglesia pues solo en este momento le abrirá paso al Padre, Estandarte, cirios, niños y niñas nazarenos esperan que suba pronto pues le quieren ver la cara. Poco a poco sube el trono con paso sobrio y fuerte pues la Estación de Penitencia ya esta realizada. La gente que no se ha querido perder nada, no es menos en la entrada, pues se presiente que algo bonito va a pasar.

 

El trono para en frente de la misma puerta de la iglesia y como si de una saeta se cantara la banda empieza a sonar, otra nueva marcha esta llamada “Nazaret” hace que el trono se levante lentamente, a pulso, como si no pesara nada. Unos pasos en el sitio y el Señor empieza andar, de frente, hacia delante, pues Él sabe lo que tiene que pasar. Suena la campana, la cruz se para a pocos centímetros del dintel, parece que le vaya a dar.

¡Y suenan aplausos! el Nazareno esta bailando debajo del dintel de la puerta, se quiere despedir de todos los monoveros que vuelven aplaudir la gracia de todos los costaleros. Y en un momento los costaleros vuelven a bajarlo para que la cruz no toque.

Ya esta dentro, queda el portón, otro solo suena, la imagen parada en el mismo pórtico. y se hace el silencio, con la nota larga del solo los costaleros bajan despacio los varales, los cogen en brazos y en un momento arranca la marcha, los tambores suenan fuertes la gente grita vivas al Nazareno y sin terminar de aplaudir los costalero vuelven a levantarlo ¡arriba! Dando un grito que le sale desde el alma pues ya esta, la promesa esta cumplida todo el pueblo aplaude lo que se venía anunciando, el señor ha llevado la cruz por las calles de Monóvar y ha sabido terminar con fuerza y valentía.

 

Ahora solo nos queda esperar otro año más pues el esfuerzo esta realizado y el amor a Nuestro Padre Jesús Nazareno será venerado en su altar hasta que llegue ese momento de recorrer con Él las calles de nuestra vida.

 

Carlos Maestre Galiano

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