CRÓNICA 2014

Martes Santo del año 2014. Monóvar espera la salida del Nazareno. A las 22:00h desde la Iglesia Arciprestal de San Juan Bautista, y puntual a su cita, la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno abre las puertas del templo, a la espera de ver cumplida una estación de penitencia llena de amor y devoción. Atrás quedaron las largas noches de ensayos, las reuniones o las diferentes opiniones puestas de manifiesto para ver cumplir, un año más, lo prometido.

 

La matraca rompe el bullicio de la gente que espera ver salir al Nazareno. El guión abre el cortejo, seguido de los cofrades de luz. Los niños más pequeños rodean el estandarte de la cofradía en la misma plaza de la iglesia a espera de ver salir el trono. Suenan los bombos desde la misma puerta de la iglesia y, poco a poco, la banda de tambores va avanzando en toque sobrio, a ésta se le unen los músicos de la banda que se colocan para interpretar la salida.

 

Todo está preparado. La banda, a la espera de ver salir al nazareno, marca el toque y suena la marcha “Delante de ti”. La campana retumba y el trono avanza, con fuerza y ganas, pues los costaleros llenos de ilusión, aguardan enseñar otro año más al Nazareno. El portón es traspasado a brazo y todo continuando hacia delante, esta vez, a paso lento. Inmediatamente, con tres pasos largos “y arriba”, el Señor se pone en la calle. Siguen las mecidas largas hacia adelante y alguna hacia atrás, como si el Nazareno se propusiera ver de nuevo al numeroso público que ha esperado su salida.  Y con tres pasos largos termina la gran chicotá, valorada por la gente como sencilla y elegante.

 

Por fin se contempla el exorno floral del paso. Este año un monte de claveles morenos inunda el trono, de forma que parece que se desprenda de él su propia sangre. El intenso olor a romero inunda la plaza. A los pies de la cruz brota un enorme ramo de claveles, romero y la flor de cera que también salen de los seis faroles del trono.

 

La procesión avanza y es marcada otra marcha “Nazaret” y, con una levantá a pulso, el trono empieza a andar calle abajo. Las mecidas al compás de la marcha arrancan los aplausos del público. Suena un solo de corneta y al acabarlo el Nazareno da tres pasos y uno más hacia atrás, despidiéndose de la plaza, y siguiendo hacia abajo se pierde por la calle a la espera de poder verlo por los rincones de Monóvar.

 

Siguiendo el recorrido establecido, el trono empieza una revirá entre las calles Maestro Don Joaquín y Luis Matí. Lentamente, sin prisas, da la vuelta el Nazareno al compás de “Estrella Reina del Cielo” arrancando los aplausos, de nuevo, al avanzar al compás de la banda, que durante todo el trayecto irá situada detrás del cortejo.

 

En el trascurso de la procesión, se repetirán varias revirás. Por citar algunas: en la Avenida de la Comunidad Valenciana, entrando en ella al son de la marcha “Oración” y se despidiéndose con “Caridad del Guadalquivir”, también en las calles Daniel de Nueda y Santa Teresa, donde serán interpretadas las marchas  “Nuestro Padre Jesús de la Victoria” y “A los Pies de Sor Ángela”.

 

La gente que, durante todo el recorrido, no dejó en ningún lugar de ver pasar al Nazareno, aguarda, de nuevo, en las puertas de la iglesia, donde lo ven venir con paso firme, ya que la estación de penitencia se está terminando.

Pasadas dos horas, el trono realiza lentamente su última revirá, encarándose, así hacia la puerta de la iglesia donde todos esperamos una entrada complicada. Suena la marcha “Virgen de la paz”, estreno de la banda al igual que la marcha de salida. Y al compás de la música, el trono empieza a andar con zancada larga y fuerte, situándose en el mismo dintel de la puerta. ¡Dará la Cruz!, murmulla la gente mientras suena un solo de corneta, que parece que este llorando. Con mecidas largas y teniendo que inclinarse se demuestra la destreza de los costaleros. El dintel es salvado y empiezan a estallar los aplausos. Pero no ha entrado todavía, queda el portón y, al golpe de la campana, el trono es bajado y el Nazareno es pasado abrazados por sus costaleros que lo levantan al cielo y sobre los pies es introducido de nuevo al templo habiendo así finalizando la estación de penitencia.

 

Los aplausos y vivas se juntan con el llanto de todos los presentes que mirando hacia arriba, al verle la cara, y dándole las gracias se despiden por estar aquí un año más y hasta que Dios quiera.

 

Carlos Maestre Galiano

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